Fue un crecimiento económico generado
por la industria minera instalada en la zona norte del país fue fecundo para la
acumulación de grandes fortunas entre los empresarios chilenos y para que el
Estado pudiera desarrollar una vasta red de obras públicas. Sin embargo, la
mayor parte de la población chilena no recibió los beneficios del progreso
económico; por le contrario, tras la fastuosa imagen de los capitanes de la
industria chilena, se escondía una dura y trágica realidad social. En primer
lugar el despegue de la economía chilena implicó el surgimiento de una serie de
oleadas migratorias desde el campo a la ciudad, o en su defecto desde el campo
a las oficinas salitreras del norte del país. Las grandes urbes chilenas no
estaban preparadas para recibir los repentinos y vastos flujos de población
proveniente del campo, y debido a la escasez de viviendas, los recién llegados
a los centros urbanos se debieron instalar en las inmediaciones de las
industrias y se ubicaron en habitaciones precarias y deficientes. Las pésimas
condiciones habitacionales y el extremo hacinamiento eran factores que elevaban
considerablemente las posibilidades de multiplicación de enfermedades
pandémicas, a lo que se agregaban problemas de alcantarillado, dificultades
para la evacuación de aguas servidas, y complicaciones severas en la extracción
de la basura.
En el aspecto
laboral los obreros industriales y los mineros del salitre se hallaban aún más
desprotegidos, ya que no existía una legislación al respecto y los abusos
patronales eran perpetrados cotidianamente en las industrias y en las oficinas
salitreras. Para el periodo de la llamada República Salitrera no existían los
contratos de trabajo ni menos los sistemas de previsión; por el contrario, eran
usuales las jornadas laborales de 14 horas de duración. Las pésimas condiciones
laborales eran aumentadas en las oficinas salitreras a través del sistema de
fichas, el que implicaba que a los mineros no se les cancelaban sus
remuneraciones con dinero de curso legal, sino que por medio de fichas
confeccionadas con diversos materiales que servían como instrumento de pago en
las pulperías emplazadas en cada oficina; lo paradójico del asunto es que las
pulperías eran de propiedad de las mismas salitreras, lo que en la práctica
significaba que el producto del trabajo de los mineros era acumulado en última
instancia por los dueños de las propias salitreras, y eso detalles originaron
la aparición de un conjunto de organizaciones y movimientos sociales que
agrupaban y que canalizaban las demandas de los obreros y mineros.
La organización de los trabajadores en
las oficinas salitreras dio paso a la aparición de la denominada “prensa
obrera”, la que consistía en periódicos dirigidos a los mineros y que entre sus
principales mensajes difundían la idea de la huelga como una herramienta de
lucha contra la explotación y como medio de presión para obtener mejoras en sus
prácticas laborales. Debido a la inexistente legislación laboral, las huelgas
eran de carácter ilegal y eran violentamente reprimidas por las fuerzas
policiales y por los servicios de guardias contratados por los dueños de las
salitreras. La represión contra las manifestaciones obreras y en especial
contra las huelgas fue una constante del periodo que analizamos y las fuentes
periodísticas dan cuenta de una considerable suma de enfrentamientos entre
grupos de obreros y fuerzas policiales, e incluso algunas veces, contra
contingentes compuestos por elementos militares.
En el año 1903, durante la huelga de
los estibadores y obreros portuarios, las fuerzas policiales enviadas por el
gobierno regional a romper el movimiento obrero, asesinaron a cerca de 50
manifestantes; en el año 1905, a instancias de la “huelga de la carne” ocurrida
en la ciudad de Santiago, las fuerzas policiales cobraron 70 victimas entre los
obreros; sin embargo, el hecho más controversial que sacudió a la sociedad
chilena fue la “matanza de la Escuela de Santa María” acaecida en el año 1907,
como corolario de una masiva huelga protagonizada por los trabajadores de las
salitreras de la provincia de Tarapacá. Las cifras oficiales hablan de una
cifra cercana a los 500 muertos, aunque otras fuentes señalan que el número de
victimas de la represión militar se elevó por sobre las 2.000 personas.
Junto a la
emergencia del proletariado industrial sometido a pésimas condiciones de vida y
trabajo, y a la extraordinaria bonanza que experimentó la oligarquía minera y
agrícola, en el periodo de la República Salitrera comenzó a consolidarse un
estrato social que había mejorado sus condiciones, principalmente, gracias al
aparato público de educación, el que tradicionalmente ha sido denominado clase
media. En efecto, la clase media en este periodo aumentó su número debido al
crecimiento del sistema educativo, por causa de al expansión del aparato
administrativo.
El complejo panorama social de Chile
en el periodo que marco el paso del siglo XIX al siglo XX fue enfrentado de
forma tibia y débil por los respectivos gobiernos que dirigieron al estado
chileno. En materia laboral sólo se realizaron tenues esfuerzos por mejorar las
malas condiciones en que se debían desempeñar la mayor parte de los
trabajadores nacionales.
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